Al momento de escribir la carta, los falsos maestros asediaban a Pablo cuestionando su carácter y ministerio. Si ellos tenían éxito en desacreditar a los mensajeros, el mensaje moriría con rapidez. ¡Pablo no quería que la iglesia local quedara en manos de charlatanes, y que el mensaje del Evangelio se diluyera entre sus manos! Por eso responde a sus acusadores con un argumento claro: la eficacia con la cual sirvieron en Tesalónica.
Nueve veces en esta carta, Pablo utiliza la frase: “Vosotros sabéis”, para recordar a los hermanos qué tipo de ministerio realizaron en iglesia. ¡Ellos eran testigos de la integridad y eficacia del ministerio de los misioneros! La palabra traducida “vana” (KENOS, 1era. Tesalonicenses 2.1) implica algo vacío, inútil, sin fruto, carente de importancia y significado.
¡La visita de los misioneros lejos de ser vana o improductiva, arrojó como saldo la fundación de una iglesia! ¡Como respuesta al ministerio de Pablo y su equipo, los tesalonicenses se convirtieron de los ídolos a Dios! ¡La integridad de los misioneros y las vidas transformadas eran evidencias concretas de un ministerio eficaz! De la defensa del apóstol, vamos a señalar cinco principios que garantizan un ministerio espiritualmente eficaz. Estos principios no garantizan que seas famoso, o que lideres multitudes, o que seas reconocido, pero sí te aseguran, desde el punto de vista divino, un ministerio eficaz para gloria de Dios y el bien de los demás.
I.-Perseverancia ante la oposición.
1era. Tesalonicenses 2.2: “pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición”.
Pablo les recuerda la dura “oposición” (“agonía, conflicto”) que soportó cuando llevó el Evangelio a Tesalónica. La palabra “Padecido” implica maltrato físico. Es una referencia al dolor causado por los azotes, el cepo, la oscuridad, y el frío que soportaron en la cárcel de Filipos. Pablo allí había conocido a una joven que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, intercambiando augurios por dinero. Pablo expulsó al demonio de ella, y el negocio espiritual se vino abajo. Sus amos airados, llevaron a Pablo y Silas ante las autoridades. En Hechos 16.23 vemos el resultado: “Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel”. ¡Fueron encarcelados!
Al salir de Filipos llegaron a Tesalónica y predicaron el Evangelio en la sinagoga durante tres sábados. Algunos judíos, muchos griegos y mujeres nobles creyeron, y se formó una igleseia. Pero los religiosos levantaron una turba y los misioneros debieron abandonar la ciudad. ¡Después fueron a Berea y de allí también los echaron! ¡Los misioneros sabían por experiencia que la Palabra de la cruz de Cristo implica algún tipo de persecución! Por tanto, en el ministerio, siempre existirá la presión para suavizar el mensaje del evangelio. Se trata de una agonía espiritual por relativizar el pecado, castigo eterno, la justicia de Dios, la cruz, la tumba vacía de Cristo.
¿Por qué pasa esto? Jesús dijo que los hombres aman más las tinieblas que la luz. Aman su pecado. Odian la luz. El pecado se mueve en la privacidad y la oscuridad. Pero cuando predicas el evangelio, enciendes la luz que pone en evidencia el pecado. Esto molesta, irrita, ofende. La predicación engendra mucha presión. Si alguna vez predicaste, conoces la presión que sufre el predicador. Ves a las personas: “Mejor hablo de otras cosas”. Pero Pablo dice: “Tuvimos denuedo en Dios”. Significa: “Libertad, falta de temor, para hablar”. ¡La confianza de los misioneros no fue depositada sólo en la exégesis y la hermenéutica, sino en el Señor! ¡La frase nos enseña que el denuedo o la valentía para hablar, se halla en una plena comunión con Dios!
Luego de haber sido amenazados por las autoridades para dejar de hablar de Jesucristo, los apóstoles junto con los hermanos oraron: “Y ahora Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra; Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4.29-31). ¿Quieres este denuedo? ¡Ora antes, durante y después de la predicación! ¡Busca un lugar para estar a solas con Dios!
II.-Integridad en la predicación.
1era. Tesalonicenses 2.3: “Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño”. Pablo describe su predicación con la palabra “Exhortación” (PARAKLESIS), que denota un “llamado urgente”. La palabra puede significar “consuelo como Exhortación” ¡La Palabra de Dios consuela y confronta a la vez!
A.-) La palabra “Error” (PLANES) significa “extraviarse, dar vueltas, andar errante, sin rumbo”. Su mensaje no era producto de su imaginación. Su exhortación tenía un rumbo fijo, seguía el rumbo trazado por la Palabra de Dios. ¡Ellos no anunciaban sus propias opiniones, sensaciones o experiencias; seguían el rumbo del texto bíblico! Ejemplo: En Judas 1.13 se usa para comparar a los apóstatas con “estrellas errantes”. Así como las estrellas errantes no podían guiar al navegante, los falsos maestros son ineficaces para dar dirección espiritual a los creyentes. ¡Los mensajes basados en la prosperidad económica y el éxito, no podrán guiar a la iglesia a una vida santa! ¡Los mensajes terapéuticos, basados en la sanidad interior o la autoestima, tampoco podrán guiar a la gente a la salvación! ¡Estos pueden juntar mucha gente en un edificio, pero no pueden salvarla de la condenación!
B.-) La palabra “Impureza” (AKATHARSIAS), significa “sin pureza”. Su sentido principal es el de señalar la impureza sexual. En los días de Pablo muchas religiones practicaban y promovían la perversión sexual. Estas sectas decían que para llegar a los dioses, el adorador debía tener relaciones sexuales con la sacerdotisa o prostituta ritual. Digamos que el intermediario sexual entre algún dios y los hombres era el líder o el vocero de la secta. Los misioneros eran acusados de seguir esta línea perversa. Pablo les dice: ¡Ustedes saben que no fue así! Una señal distintiva: “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Judas 1.19). ¡Los líderes falsos son personas sensuales! ¡Seducen a las jovencitas, usan su posición para manipular a las hermanas, se rodean de colaboradoras íntimas, etc.! ¡Pero los siervos de Dios son personas santas!
C.-) La palabra “Engaño” (DOLOS), significa “Trampa, truco o anzuelo”. ¡Ustedes saben que no manipulamos! “Por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (2da. Pedro 2.2-3). Ellos ven a una persona como mercadería para negociar. Le ponen precio a las almas. Ellos venden milagros, consejos, profecías, prosperidad, popularidad, sanidad, objetos religiosos. ¡Todo el tiempo hablan de dinero! ¡Lucro y lujuria son sus motivaciones! ¡Pablo era lo opuesto! ¡Sólo buscaba el bien de los demás!
Esto es serio. En 1era. Timoteo 3.15, Pablo le dijo a Timoteo que la iglesia es “la familia de Dios”. Por tanto, el que manda en la iglesia, es el padre de familia. ¡De la misma manera, en la iglesia o familia de Dios no podemos hacer, decir o predicar lo que se nos antoje!
Pablo también le dijo a Timoteo que la iglesia es “columna y baluarte de la verdad”. ¡La iglesia entera es llamada a sostener, preservar y publicar la Palabra de Dios! La iglesia existe para publicar la Palabra de Dios. Si quitamos la Biblia de la iglesia, ¡ya no hay razón de fundar iglesias!
A la hora de elegir una iglesia donde congregar debemos preguntarnos: ¿se enseña y aplica la Biblia? A la hora de fundar nuevas iglesias también debemos preguntarnos: ¿a qué tipo de obreros enviaremos? Si en la iglesia en la que me congrego la autoridad en la práctica no la tiene la Palabra, ¿quién la tiene?
III.-Confianza en el llamado de Dios.
1era. Tesalonicenses 2.4a: “...sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos”
Los falsos maestros intentaban desacreditar el apostolado de Pablo al decir que él no era parte de los doce. La palabra “Aprobados” (DOKIMAZO), significa “probar con miras a aprobar”. Es como un control de calidad. Los misioneros habían sido examinados y como resultado, Dios puso su sello de aprobación sobre sus vidas.
¡Pablo fue llamado a ser apóstol! El no llegó a ese oficio por cuenta propia. No se impuso ni peleó por el cargo. No manipuló. No insistió. No se autoproclamó. ¡Fue llamado por Dios a serlo y su pueblo le envió! Lucas nos cuenta que en su Iglesia local en Antioquía, el Espíritu Santo dijo: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Pablo dijo ser llamado; pero fue su iglesia local la que reconoció su llamado. ¡Nosotros nos cansamos de la carga del ministerio, cuando olvidamos quién ha sido el que nos puso allí!
A.-) ¡Pablo veía su apostolado como un don inmerecido de la gracia de Dios, y no como un diploma a sus méritos! En Efesios 3.8, sorprendido de la gracia de Dios sobre su vida escribió: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio”.
B.-) En 1era. Timoteo 1.12 dijo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús, porque me tuvo por fiel poniéndome en el ministerio”. Cuando Pablo escribió estas alegres palabras ya había pasado muchos años sirviendo al Señor. En su haber y por causa del evangelio, tenía muchas tribulaciones, necesidades, angustias, azotes, desvelos, cárceles, tumultos, desvelos, opositores y críticos. ¡Pero aún daba gracias a Dios por su ministerio! Pero a muchos siervos, los años los encuentran resentidos con personas. Viven auto compadeciéndose a causa de las ofensas o los fracasos o las injusticias del pasado, y no pueden servir agradecidos en el presente
C.-) La confianza y autoridad del siervo de Dios comienza y termina con la Palabra, y el llamado de Dios. El Señor le ha encargado su gran comisión a toda la iglesia. “Por tanto id y predicad el evangelio”. ¿Con qué autoridad voy a predicarles a los pecadores? ¿Quién soy yo para llamarlos al arrepentimiento y fe? “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra, por tanto id…” ¡Con la autoridad delegada por Cristo! ¡Nosotros podemos predicar y confrontar a las personas con su pecado, porque fuimos comisionados por Él!
IV.-La decisión de agradar a Dios antes que a los hombres.
“Así hablamos, no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones” (1era. Tesalonicenses 2.4b). ¡Los misioneros decidieron vivir para agradar al Dios que los llamó al ministerio, y que prueba sus corazones! Ellos no buscarían el favor, o la alabanza de los hombres. Ya no querrían quedar bien con todos los hombres.
1era. Tesalonicenses 2.5: “Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo”. Pablo apela a sus dos testigos: Dios y ustedes saben que nunca usamos “palabras lisonjeras”, o aduladoras. Porque quien usa palabras lisonjeras con una persona, lo hace para ganar algún favor, o el control sobre ella. La motivación subyacente para la lisonja suele ser la avaricia. Pablo dijo: “No encubrimos avaricia”. La palabra “Avaricia” (PLEONEXIA), significa “tener más”. Habla de la insatisfacción de un corazón ingrato y descontento con lo que Dios le da. La palabra traducida “Encubrimos” (PROPHASIS), describía una capa. Los aduladores suelen ocultar su codicia detrás de una capa de piedad. En su codicia ellos quieren tu dinero, o tus alabanzas, o tu sujeción, o tu admiración. ¡Parecen amorosos, pero son codiciosos! ¡Usan a las ovejas! Esta es una característica de los falsos maestros: “Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (Judas 16).
Pero Pablo no buscaría el favor, el dinero, o la alabanza de los hombres. No quería quedar bien con todos. ¡Porque para poder agradar a todos los hombres, tarde o temprano, vamos a tener que desagradar a Dios!
Jesús dijo: “Hay de vosotros cuando todos los hombres hablen bien de vosotros. Porque así hacían sus padres con los falsos profetas” (Lucas 6.26). ¡Si todos los hombres hablan bien de ti, es porque eres un falso!
¡Porque no tienes convicciones! ¡Porque no te juegas por nada y predicas todo lo que la gente quiere oir! Tarde o temprano tendremos que elegir: ¿seremos siervos de Cristo, o de las opiniones de los demás? ¿viviré para obtener el favor de Cristo, o la aprobación de los demás? ¿su recompensa, o la de los demás?
V.-La negación de la búsqueda de gloria personal.
1era. Tesalonicenses 2.6: “Ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos ser carga como apóstoles de Cristo”.
¡Solo aquellos que están consumidos por la firme intención de hallar deleite en la gloria de Dios, pueden rechazar la felicidad temporal y efímera que ofrece la gloria que puedan recibir de los hombres! La palabra traducida “Carga” (BARO), describía a “personas de peso o importantes”. Aún hoy en día cuando hablamos de alguien importante, decimos que es una “persona de peso”.
Pablo y su equipo pudieron esperar o exigir sumisión absoluta, alabanzas, aplausos, admiración y devoción de parte de los hermanos. Para ellos, ¡hubiese sido muy fácil conseguirlas! ¡Pero jamás hubiesen permitido algo así! Hubo un incidente en la ciudad de Listra que lo prueba. Allí sanó a un cojo de nacimiento. En Hechos 14, Lucas nos cuenta la reacción de la gente. “Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz diciendo: dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Y el sacerdote de Júpiter, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios” (Hechos 14.11-13). ¡Pablo y Bernabé hallaron una multitud que los adoraba! ¿Cuál fue la reacción de ellos? “Cuando lo oyeron los Apóstoles Bernabé y Pablo rasgaron sus ropas (en señal de indignación) y se lanzaron entre la multitud diciendo: ¿Por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo”.
Salvando las distancias, somos propensos a caer en la 'siervolatría', adorando a los siervos más que al Señor. ¡Pero peor es ver predicadores que han perdido la capacidad de rasgar sus ropas en señal de indignación! Pablo no era así.
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”. El uso del pronombre “Él” es enfático. Cuatro veces dice: ¡Es para “Él”! No usa el “mí”, porque la gloria no es mía. No usa el “tu” porque la gloria tampoco debe ser para ti. No Usa el “nosotros” porque la gloria no debe ser dirigida a nuestra iglesia. No usa el “ellos” porque la gloria no es para ninguna Iglesia, o ministerio extranjero o institución. Usa la tercera persona del singular “Él” porque finalmente, la gloria es de Jesucristo.
Porque Cristo vivió treinta y tres años mostrando tener perfecta justicia; Murió soportando el castigo que exige nuestra injusticia; resucitó vindicando su justicia; hoy vive y llama a todos los hombres que se vuelvan de su pecado, y confíen en él para recibir su justicia. ¡Glorioso intercambio! Mis pecados fueron puestos en la cuenta de Cristo; pero cuando me volví de mis pecados para confiar en Cristo, la justicia de Cristo fue puesta a mi favor.
Cierre y reflexión final.
De la defensa del Apóstol, aprendimos cinco principios que garantizan un ministerio espiritualmente eficaz:
1.-Perseverancia en la oposición.
2.-Integridad en la predicación.
3.-Confianza en el llamado de Dios.
4.-La decisión de agradar a Dios antes que a los hombres.
5.-La negación de buscar la gloria personal.